Diógenes

Los cínicos son críticos de todas las normas y convencionalismos. No reconocen la autoridad de una persona sobre otra y prefieren vivir desatados de todo bien material que pueda restringir su libertad de pensar. Sus valores son la autenticidad y la sencillez. Por eso, desprecian la hipocresía y afrontan las actitudes y comportamientos de la sociedad con escepticismo.

Como escuela de pensamiento, el cinismo fue fundado por Antístenes, pero es Diogénes de Sinope su maestro más prominente. Aunque no tenemos nada escrito directamente por este filósofo, de Diógenes se cuentan muchas anécdotas. En esta pintura de un Diógenes de nuestros días, hago alusión a algunas de ellas. Diógenes era un hombre solitario, vestía lo mismo todos los días y deambulaba por la ciudad en la pobreza más abyecta. El filósofo pernoctaba en una gran tinaja, y de día se le veía caminando con una linterna encendida buscando a un hombre honrado. Sus únicos acompañantes eran perros, los cuales admiraba por su lealtad y nobleza. El término ‘cínico’ proviene del griego ‘kynikós’ que significa canino, porque los cínicos denunciaban los vicios de la sociedad ladrando y la gente los comparaba con perros.

Cierto día, Diógenes observó a un niño pobre recoger agua con sus manos y tomársela, por lo que rompió el recipiente que usaba para ese propósito, pues ya no lo necesitaba. El vaso de cristal roto alude a esa historia, pero también al hecho de que la confianza, como un objeto de cristal, una vez en pedazos no se puede recomponer.