Del Arte Objetivo a la Abstracción

James Abbott McNeill Whistler (1834 – 1903, pintor estadounidense radicado en Inglaterra) escribió en su “Proposición” publicada en 1884 — Una imagen está terminada cuando ha desaparecido todo rastro de los medios utilizados para lograr el fin. 

Aunque Whistler abogaba por la facilidad de ejecución y el rechazo a detalles superfluos que manifestaran “industria”, siempre pretendió que su obra fuera comparable a los maestros del pasado, en particular Diego Velázquez (1599 – 1660), en quien la nueva cepa de artistas veía el gran ejemplo a seguir. Whistler admiraba mucho los grises perlados del gran Velázquez, atributo que nunca quiso abandonar, pese al contacto directo que tuvo con los impresionistas en Francia y con su compatriota John Singer Sargent (1856 -1925). Whistler también abogó porque el arte visual  aspirara a la condición de música, idea propuesta por Walter Pater (1839 -1894), postulando que las imágenes deben estar libres de toda interpretación temática y dejarse disfrutar por la pura alegría estética de la luz, igual que en la música se disfruta, en su opinión, la pura alegría estética del sonido.

Seis años después,  Maurice Denis (1870 – 1943, pintor francés, escritor y miembro de los movimientos simbolismo y Les Nabis) dijo: — Debe recordarse que un cuadro, antes de ser un caballo de guerra, un desnudo o una anécdota de algún tipo, es esencialmente una superficie plana cubierta de colores arreglados en un cierto orden.

Tanto Whistler como Denis se refieren a la colocación de pigmentos de varios colores y/o valores sobre una superficie, por medio de trazos que asemejan puntos, líneas, formas o planos, transparentes u opacos, lisos o ásperos, mezclados o separados dispuestos de cierta manera para representar la realidad objetiva.

Cada artista tiene un propósito particular o primario en cuanto a cómo utilizar este “arreglo de colores” en función de su intención.

Hasta bien entrado el siglo XIX, el negocio del arte solía consistir en asignar a los artistas la creación de imágenes basadas en temas considerados importantes por la iglesia y la realeza. Es por eso que cuando se visitan museos con obras de los Grandes Maestros algunos temas se repiten una y otra vez. Sin embargo, desde la aparición de los museos públicos, las obras de arte, expuestas a partir de ese momento fuera de su contexto original como testimonios visuales de homenaje y devoción, se convirtieron en objetos para ser apreciados por sí mismos, dada su belleza, calidad de ejecución y la destreza de sus autores. Así, toda obra, en cualquier medio, susceptible de ser apreciada por sí misma, independientemente de la función o finalidad para la que fue realizada, si la hubiere, es hoy una obra de arte.

Esta nueva percepción del Arte, junto a una nueva y numerosa clientela de nuevos ricos, fruto de la Revolución Industrial, abrió paulatinamente la posibilidad de explorar la manera de hacer arte por caminos diferentes y más rápidos al entonces llamado Gran Estilo, que conllevaba una ejecución depurada y prolongada en aras de lograr la ilusión de realidad óptica que los entonces temas elevados demandaban. Surge así la pintura conocida como “Alla Prima” o de Primer Intento. 

Esta manera de pintar de forma directa sobre el lienzo, fomentada por la invención y comercialización de la pintura en tubo, los caballetes portátiles, la invención de la fotografía y las galerías privadas vino a satisfacer la necesidad de suplir arte a nuevos mercados. Bajo este nuevo paradigma, los artistas ya no estaban sujetos a los rigores de la Academia en cuanto a la representación visual de la realidad objetiva. 

Por un breve período de diez años, los Impresionistas estuvieron a la vanguardia de estos nuevos esfuerzos por lograr una representación convincente según las normas académicas sin menoscabar en la realidad de que a cada pintor le correspondía la solución al problema de la representación objetiva y que esa solución era la impronta de cada artista. Sin embargo, el impresionismo se vio pronto en la encrucijada de a mayor color, menos definición de la forma. Por esta razón, Edouard Manet (1832 – 1883) nunca se unió al grupo y Edgar Degas (1834 – 1917) abandonó prontamente el movimiento. 

Sargent, el sueco Anders Zorn (1860 – 1920) y el español Joaquín Sorolla (1863 – 1923), confeccionaron una nueva fórmula de estilo para representar la realidad objetiva con una alta gama cromática sin sacrificar la forma. Mediante el empleo de audaces trazos de pintura que “manifiestan el carácter esencial o al menos una característica principal” de cada objeto o asunto, como lo explicó Hyppolyte Taine (1828 – 1893) en sus conferencias sobre La filosofía del arte, estos artistas lograron expresar una idea más importante, más clara y más completa, sin perder la impronta de cada artista.

Si la evolución del Arte hubiera seguido el camino de estos tres grandes pintores, quizás en la actualidad estemos hablando de Arte Objetivo, cuadros en los que los trazos de “colores arreglados en un cierto orden” se borran por completo dejando solo las emociones de la vida experimentadas estéticamente por la representación fiel de los objetos, y Arte Semi Objetivo, en los que las formas, colores y demás elementos en la creación de obras pictóricas permanecen visibles para el disfrute estético del espectador.

En realidad, sucedió que dos artistas, Paul Cézanne (1839 – 1906) y Vincent Van Gogh (1853 – 1890), trabajando en Francia a fines del siglo XIX, abrieron la puerta a la posibilidad de colocar el “arreglo de colores en cierto orden” justo frente al lienzo, por así decirlo, por encima de la representación de los objetos, otorgando valor autónomo a lo que el crítico Clive Bell (1881 – 1964) denominó “forma significativa” en su libro “Arte”. Según Bell y sus seguidores, la forma por sí misma producía emoción estética, una emoción particular disponible sólo para personas sensibles en materia de arte.

Hoy clasificamos el Arte en los términos generales de Arte Objetivo y Arte No Objetivo, el segundo más conocido como Arte Abstracto. Encontramos un espectro de posibilidades en el que los artistas pueden decidir usar pigmentos desde la manera realista para plasmar los efectos que la luz tiene sobre la materia y cómo estos se perciben a través del sentido de la vista, hasta la manera abstracta, es decir colocar pigmentos y otras sustancias en cualquier situación posible, dispuestas de forma que puedan ser apreciadas estéticamente por sí mismas.

En aras de la simplicidad, he ideado cuatro categorías principales en las que puede encajarse prácticamente cualquier obra de arte, según el propósito principal visual que tenga el artista que la crea.

El orden en que presento estas categorías no sugiere grados de importancia. Utilizo ejemplos de mis propias obras de arte.

ARTE OBJETIVO 

Las formas y elementos se han desarrollado con el propósito de servir como representación de objetos tal como los percibe nuestro sentido de la vista, por lo que todos los rastros de los medios utilizados para crear la obra de arte han desaparecido por completo. Ejemplos de arte objetivo son el realismo natural, idealizado, mágico, el fotorrealismo, el hiperrealismo, el surrealismo y el metarrealismo.

Mountains and monasteries in Meteora, Greece
Paisaje Imaginario de Metéora, Grecia

ARTE SEMI OBJETIVO 

Los objetos representados son reconocibles visualmente como objetos tridimensionales y hasta pueden ubicarse según las reglas de la perspectiva geométrica. No obstante, los colores, elementos formales y procesos usados en la representación son todavía rastreables y visibles. Ejemplos de arte semi objetivo son la pintura al aire libre, el impresionismo y el post, la pintura directa o “alla prima”, algunas obras expresionistas y cualquier obra de arte en la que se muestren las propiedades del medio.

Bullanga

ARTE SEMI ABSTRACTO 

Este arte lleva a veces el nombre de Abstracción Figurativa o Abstracto Dirigido. Es un arte en el que no basta con la mera representación visual de los objetos y el artista recurre a la alteración de la forma para la expresión del tema. El ensamblaje de formas y elementos se muestra claramente, pero aún es identificable como representante de objetos. Algunas obras de arte expresionista también entran en esta categoría.

ARTE ABSTRACTO 

Consiste del ensamblaje de formas y elementos para ser apreciados por sí mismos, los cuales se muestran claramente sin intención alguna de representar objetos ni contenido temático. Ejemplos de arte abstracto son los campos de color de Mark Rothko (1903 – 1970) y el “action painting” de Jackson Pollock (1912 – 1956).

Como suele suceder, puede haber obras de arte que no encajen fácilmente en ninguna de estas categorías y algunas obras pueden incluso integrar diversos aspectos del tratamiento de la forma en partes de la obra. Sea como fuere, una obra de arte puede evaluarse objetivamente si se conoce claramente el propósito del artista en el manejo de la forma y si esos “colores arreglados en un cierto orden” están ahí para ser vistos por sí mismos, para potenciar las emociones más que para representar, proporcionarnos una visión artística subjetiva de la realidad o, en última instancia, convertirse en un “caballo de guerra, un desnudo o una anécdota de algún tipo”.

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